Los aspectos inmateriales que le otorgan identidad a un pueblo revisten una trascendencia no siempre debidamente valorada. El pasado histórico, la cultura, la religión, la lengua, la ideología dominante, el impulso belicoso, la vocación por el trabajo o la idiosincrasia determinan una forma de actuar y comportarse que puede multiplicar el poder de un país
los coroneles chinos Qiao Liang y Wang Xiangsui, oficiales de la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación, aseguran que los recursos estratégicos intangibles son los factores geográficos, la historia, las tradiciones culturales, el sentimiento de identidad étnico y la utilización de la influencia en las organizaciones internacionales.
los militares chinos Peng Guangqian y Yao Youzhi señalan existe una serie de factores nacionales intangibles que otorgan poder blando a un Estado. Entre estos se encuentra la dignidad nacional, que es el estatus y el prestigio internacional de un país en relación con su capacidad de influencia e imagen mundial
la
cultura y la identidad colectiva
Otro método empleado por los principales países para
difundir su cultura son las instituciones culturales que tienen diseminadas por
el planeta
China, por ejemplo, cuenta con 691 institutos y aulas
Confucio en 96 países o regiones, y Francia tiene implantadas más de 480
escuelas primarias y secundarias en 130 países, a las que asisten 310.000
alumnos.
Los
chinos se lanzan a por el control del cine
China también quiere expandir su influencia mundial a través del poder blando, mediante el empleo de los medios audiovisuales, para lo cual lleva varios años invirtiendo en Hollywood. En 2012, Wang Jianlin, dueño del grupo Dalian Wanda, compró la cadena de cines norteamericana AMC Entertainment por 2.600 millones de dólares
la
fuerza de lo intangible
La influencia de las llamadas potencialidades intangibles
es incuestionable. Han afectado sobremanera a la cohesión y la alianza entre
las naciones, pero a su vez han propiciado enfrentamientos. Si bien dichos
choques antes eran de carácter violento, basados en el control militar, hoy en
día se basan en herramientas «más suaves», pero igual o incluso más dañinas,
como pueden ser la lengua o la religión.
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